sábado, 22 de enero de 2011

"LAS MIL Y UNA NOCHES"

LAS MIL Y UNA NOCHES
Anónimo
Historia de las cinco primeras noches.
¡AQUELLO QUE QUIERA ALAH!
¡EN EL NOMBRE DE ALAH EL CLEMENTE, EL MISERICORDIOSO!
¡QUE LAS LEYENDAS DE LOS ANTIGUOS SEA UNA LECCIÓN PARA LOS MODERNOS, A FIN DE QUE EL HOMBRE APRENDA EN LOS SUCESOS QUE OCURREN A OTROS QUE NO SON ÉL. ENTONCES RESPETARÁ Y COMPARARÁ CON ATENCIÓN LAS PALABRAS DE LOS PUEBLOS PASADOS Y LO QUE A ÉL LE OCURRA, Y SE REPRIMIRÁ.
POR ESTO ¡GLORIA A QUIEN GUARDA A LOS RELATOS DE LOS PRIMEROS COMO LECCIÓN DEDICADA A LOS ÚLTIMOS!

HISTORIA DEL REY SCHAHRIAR Y DE SU HERMANO EL REY SCHAHZAMAN

Cuéntase – pero Alah es más sabio, más prudente más poderosos y más benéfico- que en lo que transcurrió en la antigüedad del tiempo y en lo pasado de la edad, hubo un rey entre los reyes de Sassan, en las islas de la India y la China. Era dueño de ejércitos y señor de auxiliares de servidores y de un séquito numeroso.
Tenía dos hijos, y ambos eran heroicos jinetes, pero el mayor valía más aún que el menor. El mayor reinó en los países, gobernó con justicia entre los hombres, y por eso le querían los habitantes del país y del reino.
LLamábase el rey de Schahriar. Su hermano, llamado Schahzaman, era el rey de Sarmarcanda Al-Ajam.
Siguiendo las cosas el mismo curso, residieron cada uno en su país, y gobernaron con justicia a sus ovejas durante veinte años. Y llegaron ambos al límite del desarrollo y florecimiento.
No dejaron de ser así, hasta que el mayor sintió vehementes deseos de ver a su hermano. Entonces ordenó a su visir que partiese y volviese con él. El visir contestó: -“Escucho y obedezco.”
Partió, pues ,y llegó felizmente por la gracia de ALah; entró en casa de Schahzaman, le transmitió la paz, le dijo que el rey Schahriar deseaba ardientemente verle, y que el objeto de su viaje era invitarle a visitar a su hermano. El rey Schahzaman contestó: -“Escucho y obedezco.”
Dispuso los preparativos de la partida, mandando sacar sus tiendas y sus camellos, y que saliesen sus servidores y sus auxiliares. Nombró su visir gobernador del reino y salió en demanda de las comarcas de su hermano.
Pero a media noche recordó una cosa que había olvidado, volvió a su palacio secretamente y se encaminó a sus aposentos de su esposa a quien pensaba encontrar triste y llorando por su ausencia. Grande fue, pues, su sorpresa al hallarla departiendo con gran familiaridad con un negro, esclavo entre los esclavos. Al ver tal desacato, el mundo se oscureció ante sus ojos. Y se dijo: -“Si ha sobrevenido esto cuando apenas acabo de dejar la ciudad. ¿Cuál sería la conducta de mi esposa si me ausentase algún tiempo para estar con mi hermano?”. Desenvainó inmediatamente y acometiendo a ambos los dejó muertos sobre los tapices del lecho. Volvió a salir, sin perder ni una hora ni un instante, y ordenó la marcha de la comitiva. Y viajó de noche hasta avistar la ciudad de su hermano.
Entonces este se alegró de su proximidad, salió a su encuentro, y al recibirlo, le deseó la paz. Se regocijó hasta los mayores límites del contento, mandó adornar en honor suyo la ciudad y se puso a hablarle lleno de efusión. Pero el rey Schahzaman recordaba la fragilidad de su esposa, y una nube de tristeza le velaba la faz. Su tez se había puesto blanca y su cuerpo se debilitaba. Al verle de tal modo el rey Schahriar creyó en su alma que aquello se debía a haberse alejado de su reino y de su país, lo dejaba estar sin peguntar nada. AL fin, un día, le dijo: -“hermano, tu cuerpo enflaquece y tu cara amarillea”. Y el otro respondió:- “Ay, hermano, tengo en mi interior como una llaga en carne viva”. Pero no le reveló lo que había sucedido con su esposa. El rey SCahariar le dijo:-“Quisiera que me acompañases a cazar, pues así tal vez se esparciera tu espíritu”. El rey Schahazaman no quiso aceptar y su hermano se fue solo a la cacería.
Había en el palacio unas ventanas que daban al jardín, y habiéndose asomado a una de ellas, el rey Schahzaman vio como se abría una puerta secreta para dar salida a veinte esclavas y veinte esclavos, entre los cuales avanzaba la mujer de de su hermano en todo el esplendor de su belleza, y ocultándose para observar lo que hacían, pudo convencerse de que la misma desgracia de que él había sido víctima, la misma o mayor, cabía a su hermano el sultán.
AL ver aquello, pensó el hermano del rey:-“¡Por Alah! Más ligera es mi calamidad que esta otra.” Inmediatamente, dejando que se desvaneciera su aflicción, se dijo:-“¡En verdad, esto es más enorme que cuanto me ocurrió a mí.” Y desde aquel momento volvió a comer y beber cuanto pudo.
A todo esto, el rey, su hermano, volvió de su excursión y ambos se desearon la paz íntimamente. Luego el rey Schahriar observó que su hermano el rey Schahzaman acababa de recobrar el buen color, pues, su semblante había adquirido nueva vida, y advirtió también que comía con toda su alma después de haberse alimentado parcamente en los primeros días. Se asombró de ello, y dijo: -“Hermano, poco ha te veía amarillo de tez y ahora has recuperado los colores. Cuéntame qué te pasa”. EL rey le dijo:- “Te contaré la causa de mi anterior palidez, pero dispénsame de referirte el motivo de haber recobrado los colores.” EL rey replicó:
-“Para entendernos, relata primeramente la causa de tu pérdida de color y debilidad.”
Y se explicó de este modo:-“ sabrás hermano, que cuando enviaste tu visir para requerir mi presencia, hice mis preparativos de marcha y salí de la ciudad. Pero después me acordé de la joya que te destinaba y que te di al llegar a tu palacio. Volví, pues, y encontré a mi mujer y a un esclavo negro departiendo con gran familiaridad. Los maté a los dos, y vine hacia ti, muy atormentado por el recuerdo de tal aventura. Este fue el motivo de mi primera palidez y de mi enflaquecimiento. En cuanto a la causa de haber recobrado mi buen color, dispénsame de mencionarla.”
Cuando su hermano oyó estas palabras, le dijo:-“por Alah te conjuro q que me cuentes la causa de haber recobrado tus colores “. Entonces el rey Schahazaman le refirió cuanto había visto. Y el rey Schahriar dijo:- ante todo, es necesario que mis ojos vean semejante cosa.” Su hermano le respondió:-“finge que vas de caza, espera y escóndete en mis aposentos, y serás testigo del espectáculo: tus ojos lo comprobarán”.
Inmediatamente, el rey mandó que el pregonero divulgase la orden de marcha. Los soldados salieron con sus tiendas fuera de la ciudad. El rey marchó también, se ocultó en su tienda y dijo a sus jóvenes esclavos:- “que nadie entre!”. Luego se disfrazó, salió a hurtadillas y se dirigió a su palacio. Llegó a los aposentos de su hermano y se asomó por la ventana que daba al jardín. Apenas había pasado una hora, cuando salieron las esclavas, rodeando a su señora, y tras ellas los esclavos. E hicieron cuanto había contado Schahzaman.
Cuando vio estas cosas el rey Schahriar, la razón se ausentó de su cabeza y dijo a su hermano: -“marchemos para saber cuál es nuestro destino en el camino de Alah, porque nada de común debemos tener con la realeza hasta encontrar a alguien que haya sufrido una aventura semejante a la nuestra, si no, la muerte será preferible a nuestra vida. Su hermano le contestó lo que era apropiado, y ambos salieron por una puerta secreta del palacio. Y no cesaron de caminar día y noche, hasta que por fin encontraron un árbol, en medio de una solitaria pradera, junto al mar salado. En aquella pradera había un manantial de agua dulce.
Bebieron de ella y se sentaron a descansar.
Apenas había transcurrido una hora de día cuando el mar comenzó a agitarse. De pronto brotó de él una negra columna de humo, que llegó hasta el cielo y se dirigió después hacia la pradera. Los reyes, asustados, se subieron a la cima de árbol que era muy alto, y se pusieron a mirar lo que tal cosa pudiera ser. Y he aquí que la columna de humo se convirtió en un efrit de elevada estatura, poderoso de hombros y robusto de pecho. Llevaba un arca sobre la cabeza. Puso el pie en el suelo, y se dirigió hacia el árbol y se sentó debajo de él. Levantó entonces la tapa del arca, sacó de ella una caja, la abrió y apareció en seguida una encantadora joven, de espléndida hermosura, luminosa como el sol (…).
Después que el efrit hubo contemplado a la hermosa joven, le dijo:-“oh soberana de las sederías! ¡Oh tú, a quién rapté el mismo día de tu boda! Quisiera dormir un poco”. Y el efrit colocó la cabeza en las rodillas de la joven y se durmió.
Entonces la joven levantó la cabeza hacia la copa del árbol y vio ocultos entre las ramas de árbol, a los dos reyes. En seguida apartó de sus rodillas la cabeza del efrit, la puso en el suelo, y les dijo por señas: “bajad, y no tengáis miedo de este efrit”. Por señas, le respondieron: -“¡por Alah sobre ti! ¡Dispénsanos de lance tan peligroso!”.
Ella les dijo:- “¡por Alah sobre vosotros! Bajad en seguida si no queréis que avise al efrit; que os dará la peor muerte”. Entonces, asustados, bajaron hasta donde estaba ella, la joven los tomó de las manos, se internó con ellos en el bosque y les exigió algo que ellos no pudieron negarle. Una vez estuvieron cumplidos sus deseos sacó del bolsillo un saquito y del saquito un collar compuesto de quinientas sortijas con sellos, y les preguntó:-“¿Sabéis qué es esto?”. Ellos contestaron: -“No lo sabemos”. Entonces la joven les explicó:- los dueños de estos anillos hicieron lo mismo que vosotros junto a los cuernos insensibles de este efrit. De suerte que me vais a dar vuestros anillos.” Lo hicieron así, sacándoselos de los dedos, y ella entonces les dijo:-“sabed que este efrit me robó la noche de mi boda; me encerró en esa caja, metió la caja en el arca, le echó siete candados y la arrastró al fondo del mar, allí donde se combaten las olas. Pero este efrit no sabe que cuando una mujer desea alguna cosa , no hay quien la venza.”
Los dos hermanos, al oír estas palabras, se maravillaron hasta más no poder, y se dijeron uno a otro:-“si este es un efrit, y a pesar de su poderío le han ocurrido cosas más enormes que a nosotros, esta aventura debe consolarnos”. Inmediatamente se despidieron de la joven y regresaron cada uno a su ciudad. (…)

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