sábado, 2 de abril de 2011

"LA ORESTÍADA"

LA ORESTIADA


En el año 458 a.c. presentó Esquilo al concurso de las Grandes Dionisíacas atenienses una trilogía compuesta por :”Agamenón”, “Las Coéforas”, y “Las Euménides”.
Esta trilogía  descansa, argumentalmente, en la historia del regreso de Agamenón luego de la guerra de Troya, y su muerte a manos de su esposa Clitemnestra, instigada por su amante Egisto, la venganza que toma Orestes de aquel crimen, su posterior locura y purificación a que lo somete el dios Apolo como rey de la ciudad de su padre.
Es necesario recordar que la tragedia fue concebida como la dramatización de un ejemplo de hybris (soberbia) castigada.  En este sentido, el esquema de “La Orestíada”. Es el siguiente:  Agamenón: el héroe es abatido como castigo de su soberbia, reiterada durante la guerra de Troya; pero sus matadores cometen a su vez el mismo pecado, al usurpar con la suya la justicia de los dioses.  “Las Coéforas”: castigo de la hybris de Egisto y de Clitemnestra por Orestes que, a su vez, es contaminado por la misma culpa , “Las Euménides”: disolución de la culpa de Orestes a través de la locura, quien se salva a sí mismo y salva a los suyos.  Con el juicio de Orestes queda abolida la Ley del  Talión y la venganza privada, sustituída por la ley de la ciudad, la Constitución de Atenas, y los juicios públicos con tribunales elegidos entre los ciudadanos atenien
ses.
Resumiendo: tres casos de hybris castigada (Agamenón, Egisto, Clitemnestra) con lo que la trilogía aparece como un conjunto de paradigmas (ejemplos) sobre el poder de la justicia y la fuerza ineludible del Destino.  Con esto se explica el carácter trágico de la obra.
                        Creación de un tribunal de justicia que sustituye la antigua Ley del Talión y la venganza privada por un cuerpo de leyes a las que se les atribuye un origen divino.

AGAMENON


De acuerdo con la definición de tragedia, el conflicto de este drama no puede ser otro que la lucha de sus personajes centrales contra el destino.  Por eso, el primer paso consiste en saber quién es el protagonista de la tragedia.  De acuerdo con el título parecería señalarse a Agamenón como tal; pero el rey no es sino el agente que utilizan el destino y los dioses para poner a prueba a Clitemnestra.
El personaje central de “Agamenón” es Clitemnestra.  Su esposo es sólo el motivo accidental usado por el destino para  ponerla aprueba y perderla en el caso de que no resista el impulso asesino cuyo origen está en su adulterio.  Si se cree a salvo de la justicia y la desprecia, será castigada.
Conviene aclarar que el exceso fundamental de Clitemnestra consiste en usurpar el lugar de la justicia divina, a cuyo cuidado estaba el castigo de Agamenón por sus excesos.  Pero también ha usurpado ella el lugar de Egisto como vengador de Tiestes.
Esta usurpación de la justicia divina y humana constituye el exceso  de Clitemnestra que, a la postre (“Las Coéforas”) le atraerá su propio castigo.

CLIMA

Se denomina clima dramático al conjunto de elementos (escenografía, situaciones, lenguaje, recursos escénicos, etc.) destinados a crear en el espectacular un estado psicológico apto para la contemplación y comprensión del drama.
En “Agamenón” el clima es de espera.  Ya en la escena inicial, al vigía así lo indica, no sólo porque está aguardando la llegada del rey , sino porque hay una espera más importante: la revelación del secreto que dice poseer con respecto a lo que ocurre en el palacio.
El tema del secreto se transforma en el principal agente climático de la tragedia y sobre él convergen los parlamentos del coro y las palabras de Clitemnestra.  Este clima llega a su momento de máxima tensión durante los primeros cien versos del episodio III, antes de la revelación definitiva, por parte de Casandra, del crimen.
Concluída la acción de este, el tema de la espera se proyecta sobre el profético anuncio del regreso de Orestes, encadenándose así  con la pieza siguiente de la trilogía.
Como variante del tema del secreto está el tema del engaño, que circula  también desde las primeras escenas, en la alusión al rapto de Helena y se extiende hasta la peripecia.

EPISODIO I
 Clitemnestra anuncia al coro que la ciudad ha sido tomada.  Los centros del episodio  son dos largos discursos de Clitemnestra.  En el primero, dice cómo ha llegado a Argos la feliz noticia.  Se trata de un bello discurso poético sobre la llama, vista como un ser vivo.  Aparece como un fabuloso animal que corriese, saltase o se arrastrase alternativamente.  Esquilo tiene una emoción particularmente  primitiva de los fenómenos de la naturaleza.
En el segundo discurso, Clitemnestra dice temer que los aqueos hayan pecado en Troya.                            
Deberían guardarse de cometer crímenes, de realizar saqueos y ofender a los dioses tutelares de la ciudad.  Estos temores son sus deseos disimulados.  Cuanta mayor sea la hybris de Agamenón, mayor razón tendrá Clitemnestra para determinar su muerte.

EPISODIO II
El mensajero Taltibio es el primer aqueo que regresa de la cuidad saqueada.  Taltibio se extiende, en un discurso inicial, en la expresión de su amor al suelo natal.  Su mayor deseo, dice, ero morir en Argos.  Cuenta luego cómo ocurrió la caída de la ciudad, y comprendemos que todos los crímenes han sido cometidos.  Clitemnestra adivinó bien cuál iba a ser la conducta de un ejército poseído por la alegría desenfrenada de la victoria

EPISODIO III
Corresponde a un momento importante en la realización del planteo del conflicto, toda vez que en ella se enfrentan Agamenón y Clitemnestra, abocándose ambos al cumplimiento de sus respectivos destinos: el rey y su esposa, la culpa.
Este encuentro está precedido por el largo relato del heraldo (ep.II) preparatorio de la entrada de Agamenón.  Le seguirá el episodio de la muerte violenta de este.
Está compuesto sobre la base de un discurso del coro y dos pares de discursos, entre los cuales tiene un dialogado rápido verso a verso de Agamenón y Clitemnestra, de tono enérgico y cortante.
Llega Agamenón, y el coro lo saluda con expresiones de cálido homenaje.  Retacea, sin embargo, su elogio, recordando que condenó su acción cuando llevó al pueblo a la guerra.  Se muestra dispuesto, sin embargo, a olvidar , ahora que todo ha terminado con felicidad.  Aunque no puede hablar claro, lanza al rey una tímida advertencia: el tiempo y la experiencia le enseñarán a descubrir a algunos ciudadanos no honrados.  En otro trozo sugestivo de su primera intervención, el coro habla de seres que esconden sus verdaderos sentimientos.  Es una nueva alusión a la hipocresía de Clitemnestra.
El primer discurso de Agamenón presenta una figura antipática: el rey está totalmente ebrio de sí mismo.  Rememora con delectación las escenas del saqueo, y le parece ver aún el humo de los incendios y el huracán de la desolación.
Recoge la advertencia del coro, pero su fatuidad lo pierde.  Dice que sabe ya de la existencia de seres hipócritas, y que sobre ellos lo ha aprendido todo por sí mismo.  La referencia a la fidelidad de Odiseo se explica según una leyenda, en la cual se fingió loco para no acompañar a los aqueos a la guerra, ya que estaba recién casado.  Una vez en ella, sin embargo, señala Agamenón, fue el mejor de sus colaboradores.  Cuando se refiere a los ingratos , puede verse una velada acusación a Aquiles: recuérdese al respecto la situación planteada en el canto I de “La Ilíada”.
El discurso de la reina no está dirigido a Agamenón, como era de esperar, sino al coro y , a través de este, habla al rey.  Este detalle ya nos muestra cómo es la actitud de aquélla, que no enfrenta directamente a su próxima víctima.  Recién se dirigirá a Agamenón para explicar la ausencia de Orestes.  Las partes de su discurso son la siguientes:  1)  EXORDIO  explica porqué va a tratar intimidades de su propia vida, sin sentir pudor al ser escuchadas por ajenos.
2)     NARRACIÓN  o parte expositiva del discurso, en la que Clitemnestra explica los motivos de su conducta, especialmente con Orestes, esta narración contiene al mismo tiempo la argumentación, no de toda su conducta sino la relativa a su hijo .
3)     PERORACIÓN  aquí se acumulan los elementos patéticos del discurso, destinados a conmover, por un lado, a su víctima y, por el otro, al coro, que aparecería aquí como el juez de esta contienda que se inicia entre ambos esposos.  El pasaje está construido sobre una serie de metáforas encadenadas, destinadas a engrandecer al rey con respecto a su hogar. Los versos  finales dirigidos a las esclavas, tienden a enlazar este discurso con la escena que le sigue.  Estos versos, de sentido oscuro, son una mención oculta  de sus propósitos, a los que coloca bajo la protección divina.
Clitemnestra no se avergüenza de mostrar públicamente su amor al rey, no se sonroja de mentir frente a los ancianos.  Presenta rendida prueba de su fidelidad, y llega a comentar que su angustia la llevó más de una vez a intentar el suicidio.
Al final del discurso hay un verdadero desafío, y hasta una casi confesión.  Lo que el destino ha dispuesto se cumplirá a su hora, proclama, y queda a su cuidado y a la ayuda de los dioses.  En estas palabras amenazantes ha de verse un auténtico placer en arriesgar su propia seguridad.  Quizá la reina se justifica más, así, a sus propios ojos.
Agamenón  recibe fríamente todo este torrente de palabras.  Hasta hace una broma, señalando que el discurso de reencuentro ha sido tan largo como toda la guerra.  Es parco y severo, en contraste con la locuacidad de Clitemnestra, comentada por el rey sobriamente.Se nota en sus palabras la misma falta de afecto que se señala en el de aquella.  Los dos primeros versos contienen  una fórmula de tipo homérico para llamarla (“hija de Leda”) y un elogio (“guardiana de mi casa”)  que constituye una ironía trágica, destinada a señalar cómo el rey ha sido engañado por su esposa.  El cuerpo central del discurso alude a los honores propuestos, que rechaza por excesivos e impíos, abundando en razones para no aceptarlos con expresiones lacónicas, de sentido moral y universal.
Rechaza luego la invitación a entrar al palacio sobre púrpuras, pero la acumulación de razones que abonan su negativa está denunciando claramente su tentación.  El mismo se ve incapaz de alejar el pensamiento de esta imagen que acaricia  a su soberbia..
El último verso señala que no es falta de deseo, sino de valor para emprender esta acción que ha considerado impía, lo que le detiene, con ello deja la puerta abierta para la segunda parte de la escena.
Sigue una discusión, en la Clitemmnestra se muestra mucho más inteligente que su marido.  Este decía temer a los dioses, pero ella ironiza sobre su temor al pueblo, juez al que Agamenón debería a su juicio desafiar.
La reina le hace pensar, también, en lo que Príamo haría si estiviese en la situación de un triunfador.
Un verso pone fin a la disputa, al pretender Agamenón hacer pasar su aceptación como una gracia concedida a su esposa.
El discurso del rey es una aceptación condicionada de los honores, que deja traslucir una cierta avaricia.  Luego alude a la presencia de Casandra a quien presenta como botín de guerra regalado por los argivos, es decir, él no es responsable de su presencia.  Finalmente parece obrar impelido por la necesidad, que se presentaría como voluntad de no querellarse  con su esposa.
La réplica de Clitemnestra interesa solamente  al final.  Primero rechaza las sospechas de su esposo respecto a la legitimidad de su acto y, luego, cuando aparentemente el rey ya ha salido de escena, y en forma oscura, presenta sus propósitos.  Los dos versos finales constituyen una oración a Zeus, para que propicie su acción, y responsabilizándolo de concluir una tarea que él mismo ha comenzado trayendo vivo a Agemenón a su patria.

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